1 de febrero de 2012

Un break, como quien diría...

" Las historias de este libro son duras. Puede que te hayan resultado difíciles de leer en algunos momentos. En ese caso, ten por seguro que a mi me resulto igualmente difícil escribirlas en algunos momentos. Cuando la gente me pregunta acerca de mi trabajo, he desarrollado el habito de eludir el tema con chistes y anécdotas personales graciosas (en las que no puedes confiar completamente; nunca te fíes de nada de lo que diga un escritor de ficción). Se trata de una forma de desviación, y un poco más diplomática que la respuesta que te hubieran dado mis antepasados yanquis a tales preguntas; "No es asunto tuyo, compadre". Sin embargo, bajo las bromas. me tomo muy en serio lo que hago, y así ha sido desde que escribí mi primera novela, La larga marcha, a los dieciocho años.
Tengo poca paciencia para los escritores que no se toman el trabajo en serio, y ninguna en absoluto con aquellos que consideran el arte de los relatos de ficción esencialmente desgastado. No esta desgastado, y no se trata de un juego literario. Es uno de los caminos vitales a través de los que intentamos dar sentido a nuestra vida y al mundo a menudo terrible que vemos a nuestro alrededor. Es la manera de contestar a la pregunta: "¿Cómo es posible que ocurran cosas así?". Los relatos sugieren que a veces -no siempre, pero si a veces- existe un motivo.
Desde el principio -incluso desde antes de que un muchacho que ahora apenas comprendo empezara a escribir La larga marcha en su cuarto de la universidad- he sentido que la mejor ficción era al mismo tiempo propulsora y agresiva. Se encara contigo. A veces te grita en la cara. No tengo nada en contra de la ficción literaria, que normalmente se preocupa de personas extraordinarias en situaciones ordinarias, pero como lector y como escritor, me interesan más las personas ordinarias en situaciones extraordinarias. Busco provocar una reacción emocional, incluso visceral, en mis lectores. No me toca a mí hacerles pensar mientras leen. Lo pongo en cursiva, porque si la historia es suficientemente buena y los personajes suficientemente vividos, la reflexión suplantará a la emoción cuando la historia haya sido contada y el libro dejado a un lado (a veces con alivio). He aquí una cosa más en la que creo: si fueras a adentrarte en un lugar muy oscuro, entonces deberías llevar contigo una linterna muy potente e iluminar cada rincón. Si no quieres ver, ¿por qué, en el nombre de Dios, te atreves a desafiar la oscuridad? El gran escritor naturalista Frank Norris siempre ha sido uno de mis ídolos literarios, y durante más de cuarenta años he tenido presente lo que dijo al respecto: "Nunca me he sometido; nunca me quité el sombrero ante la Moda ni lo extendí por unas monedas. Por Dios, les dije la verdad"
Pero Steve, dices, has hecho un montón de dinero durante tu carrera, y en cuanto a la verdad..., eso es relativo, ¿no? Su he ganado una buena cantidad de dinero escribiendo mis historias, pero el dinero fue un efecto colateral, nunca el objetivo. Escribir ficción por dinero es un juego de idiotas. Y desde luego, la verdad esta en los ojos de quien mira. Sin embargo, en lo que atañe a la ficción, la única responsabilidad del escritor consiste en buscar la verdad dentro de su propio corazón. No siempre coincidirá con la verdad del lector, ni con la verdad del crítico, pero mientras sea la verdad del escritor -mientras no se someta ni extienda su sombrero ante la Moda-, todo está bien. Para los escritores que mienten conscientemente, para aquellos que sustituyen la manera en que la gente actúa en la realidad por un comportamiento humano inverosímil, no guardo nada salvo desprecio. Una obra mal escrita no se caracteriza únicamente por una sintaxis de mierda y una carencia de observación; una obra mal escrita generalmente surge de una obstinada negación a contar historias sobre lo que la gente hace realmente, a afrontar el hecho, digamoslo así, de que los asesinos a veces ayudan a las viejecitas a cruzar la calle.
En Todo oscuro, sin estrellas me he esforzado al máximo por consignar que podría hacer la gente, y como podría comportarse, bajo ciertas circunstancias extremas. La gente de estas historias no se encuentran desesperanzadas, pero reconocer que incluso nuestras más preciadas esperanzas (y nuestros más preciados deses para nuestros prójimos y para la sociedad en que vivimos) a veces pueden ser vanas. A menudo, incluso. Sin embargo, creo que también expresan que la nobleza reside casi enteramente no en el triunfo sino en procurar hacer lo correcto..., y que cuando fracasamos en nuestro intento, o cuando voluntariamente damos la espalda al desafío, el infierno nos sigue.
De acuerdo, me parece que ya hemos pasado en la oscuridad un tiempo más que suficiente. Existe un mundo entero ahí arriba. Toma mi mano, Lector Constante, y estaré encantado de guiarte a la luz del sol. Me alegra visitar ese lugar, porque creo que la mayoría de las personas son esencialmente buenas. Sé que yo lo soy.
Eres tú de quien no estoy completamente seguro. "

Bangor, Maine
23 de diciembre de 2009


Esto pertenece al epílogo de "Todo oscuro, sin estrellas", el foco principal de esparcimiento que tengo estos días. Es sincero... creo que principalmente por eso me gusta tanto. Espero poder ser así de sincero, tanto conmigo mismo... como con mis lectores, algún día. Uno puede tener esperanza, ¿no?


Saludos,
Nate

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