2 de marzo de 2012

El Rito (II)

" La sangre escapaba lentamente del cuerpo postrado de Necadim. El pobre de Necadim, valeroso defensor de lo correcto, había sido la víctima más importante de Meldroll. La última muerte en una larga lista de asesinatos que había empezado tres años atrás. El hechizo había sido certero, como en pocas ocasiones anteriormente. El rayo había golpeado al arcanista en el pecho, derritiendo las suaves telas de la túnica y fundiéndolas con la piel incinerada. El olor a carne quemada impregnó los sentidos del Elementalista, como si todavía estuviese delante del cadáver. El primer recuerdo del ritual había llegado, junto con algunas nubes negras que estacionaron su existencia por encima de la montaña. "
" La gente gritaba, liberando su dolor al aire nocturno, pero a Meldroll los sonidos le llegaban desde una distancia increíble. Ni siquiera lograba escuchar la voz de Dalubris con claridad. Los pensamientos del Elementalista viajaban a una velocidad descomunal, alineándose con cada deseo furtivo compartido con esas nubes de tormenta. Podía sentir la energía fluir por sus venas con cada vida que su talento devoraba. El poder, en la punta de sus dedos, cómodo con el uso que se le daba. Como si fuese destinado a recibir ese uso. Como si no concibiese otro destino, tal vez uno más noble, que el de acabar vidas sin temer a las consecuencias. El medio, subordinado a los deseos fugaces del Elementalista.
Truenos, el estado intermedio.
Preludio de lo inevitable, hacían sonar su voz sobre los pensamientos de Meldroll. "

" La serpiente era hermosa. Surcando los cielos, en franco curso de colisión con el suelo, hacía vibrar cada una de sus partículas a un ritmo tan acelerado como incomprensible para los pobres arcanistas de segunda que intentaban derribar la montaña. Los pobres arcanistas de segunda que solo habían recibido un susurro acerca de quien el renegado realmente era. Nada acerca de la muerte de Necadim, acerca de los aldeanos de Venloc. Solo la orden, el ciego mandato: derribar la montaña, para así terminar con la guerra.
Una orden noble, pero era una orden vacía. El hogar de Meldroll nunca caería.
El Elementalista nunca caería.
La serpiente era hermosa e imparable, con preciosas escamas de luz deslumbrante.
Viajaba a una velocidad impresionante, como aquellos relámpagos que comenzaban a danzar entre las nubes situadas sobre Rhia. "








Solamente con Meldroll puedo hacer esto. Es el personaje más versátil de todo el portafolio, y de lejos... el que más conectado está con quién es. No me gusta revolotear mucho alrededor de la idea de "Introspectiva" por lo tanto, muy pocos personajes la practican. Meldroll, en ese sentido, está en contacto constante consigo mismo.
La idea general de los tres fragmentos de la parte superior es mostrar, a grandes rasgos (esta parte está sujeta a revisión constante) como el hilvanado de los recuerdos repercute sobre las condiciones de hechicería a las que el ritual está atado. Cada recuerdo evoca un aspecto del elemento, que luego van a ir manifestándose. Como Meldroll es el Elementalista del Rayo, sus recuerdos van a ir conjurando una tormenta.

Hay un cántico también, pero lo dejo para la última entrega de "El Rito"


Saludos,
Nate

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