En las calles de mi memoria, me encuentro con la tenebrosa sombra de mi viejo yo. Tardo en reconocerlo, por supuesto. Es más bajo, más rápido... tan distinto y tan igual al mismo tiempo. Y más inteligente, no me tengo que olvidar de eso. Él es más frío, sagaz y agudo de lo que yo soy ahora. Él huele las mentiras, y puede ver a través de cualquier gesto. Si lo dejo, me va a hacer mierda, y por eso no lo soporto. Cruza de la vereda de enfrente con una mirada cargada de suspicacia y malas intenciones. Obviamente, conozco esa mirada. La he tenido en mi cara...
"Vamos a jugar..."
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