1 de enero de 2012

El mejor... de lejos

“Diez”

Dalubris sintió un fuerte tirón en el estómago, como si estuviese a punto de vomitar. Pero estaba absolutamente seguro que lo emotivo en la escena que contemplaba no tenía mucho que ver. Adjudicó la incomodidad al arte de Iasarnis. Su aviso de un escape, sucedido momentos atrás, volvió a su memoria. El Conjurador iba a importunar a los amantes, y tal vez… le causase un genuino dolor de estómago al Asesino.

“Nueve”

Elianís despegó la cabeza, y al levantar la mirada encontró la gloriosa… perfecta visión de aquel a quién había amado con toda su fuerza. La luz de la luna los bañaba a ambos, como en tantas ocasiones antes. Como esos días, en los que ella todavía caminaba entre los vivos. En los que ella siempre lo esperaba en las puertas de la Ciudadela.

“Ocho”

El Paladín bajó la mirada hacía la mujer que lo había esperado siempre, fiel y firme. La mujer que nunca faltó a su confianza. La mujer que había sido apartada de su lado antes de tiempo. Nissel Disterral, la mujer que había muerto amándolo. La mujer que había sido una víctima, una víctima de la Ciudadela. Una víctima de todo lo que acecha en la Ciudadela.
   
“Siete”

–Seguramente te preguntarás por qué te ataqué en aquella ocasión –las palabras se acercaron a los oídos despacio, como una leve caricia. Elianís soltó una lágrima furtiva, que salió a la carrera deslizándose por el costado de su mejilla. Ella veía el arrepentimiento, anticipándose a lo que Naldir diría a continuación. Y entendía sin tener que preguntar.

“Seis”

–No entendí… la razón detrás de tu retorno. Y fuí abrumado por sensaciones violentas. De ahí mi reacción –Naldir siguió diciendo lo que su corazón le dictaba. Había pasado mucho tiempo desde que había hablado de esa manera. De algún modo, le pareció vital explicar el por qué detrás de su accionar; cosa bastante anormal en él. Pero, dadas las circunstancias, su nueva actitud era comprensible.

“Cinco”

–Yo vengué tu muerte. Atrapé a los culpables, y los sometí a la justicia del Rey –la verdad, disparada de sus labios, llegó a Elianís. Él nunca la había olvidado, en todos estos años. Él vivía, cada respiración, cada latido… por ella. Honrar su memoria se había convertido en una razón de existencia para Naldir.

“Cuatro”

–Gracias, Nassiril –la paz inundaba a la mujer hasta el punto en el que ya no estaba consciente de lo que sucedía a su alrededor. Era imposible para Elianís el darse cuenta de la tenue luz del círculo de transporte. Iasarnis la llamaba. El Primer Infierno la llamaba. ¿La llamaría también Dalubris?

“Tres”

Al Asesino le gustaba esperar al transporte sentado. No sólo porque le parecía peligroso esperarlo de pié, por la eterna postura desafiante en la que se retorcía su cuerpo, sino más bien por la inusitada perspectiva que se aparecía en el acto de mirar hacia arriba. Iluminación instantánea.
–Ella ha crecido mucho

“Dos”

–Cuídate –Naldir le hablaba a Elianís, pero sus ojos estaban fijos en Dalubris. Se imaginó que el entrenamiento de la mujer había estado bajo su cargo, por la destreza en los golpes de la mujer. No lo resintió en absoluto. Todo lo contrario, una pequeña pizca de agradecimiento se escapó de los ojos del paladín.

“Uno”

–Quiero mi revancha. Pronto –el Asesino susurró esas palabras al detectar la gratitud proveniente de Naldir. Pero la luz fué instantánea, y evitó cualquier clase de respuesta por parte del Paladín. En un parpadeo, tanto el Asesino como la mujer habían desaparecido sin dejar rastro alguno excepto un leve aroma cargado de azufre.
 



El mejor fragmento de Exiliados, de lejos.
Estoy muy feliz por todo lo que pasó este año.

Y le deseo lo mejor a todas las personas que conozco.
Y a las que no... bueno, espero que les vaya bien también ( no hay porque ser egoísta xD )


Saludos,
Nate

No hay comentarios: