21 de septiembre de 2012

La historia de Cassie

Es hermosa.
Un metro setenta de pura belleza rubia de ojos azules.
Yo lo sé, y ella lo sabe. Ella lo sabe tan bien. Está usando ese vestido. El largo justo, el escote justo. Yo tardo un poco en disimular mi sorpresa. Asumir que no me vio haciendo esto es simplemente estúpido. Me lo ahorro, sabiendo en parte lo que tengo enfrente. Nos saludamos afectuosamente, y su beso roza de manera peligrosa la comisura de mis labios. Cuando nos separamos, se que algo anda terriblemente mal. Ella mira fijamente a los pozos oscuros y profundos que yo llamo "mis ojos"

Me dice que me ama.
Yo me congelo, tanto literal como metafóricamente.

Mi mente no responde. En mi cabeza, el cartel dice "De vacaciones". Y de mi lengua, ni hablemos... también de vacaciones. Con mi cerebro. En Hawaii, haciendo el amor en una playa de arenas doradas con las olas cristalinas chocando incesantemente.
Y yo acá, cagado de frío. Con la mujer que me ama. Preguntándome: "¿Qué carajo acaba de pasar?"
Ella espera una respuesta, y ya puedo ver el futuro de los ojos claros tan hermosos que tiene. Esos ojos están destinados a las lágrimas. Y puedo anticipar que van a ser por mi culpa. Ella es frágil, no quiere aparentarlo. Pero, lamentablemente, puedo ver un poco más allá.
Y todavía no sé que decirle. Me pone un dedo en los labios. Ya sabe lo que voy a decir, pero no quiere escucharlo. Ya sabe, ella lee mis ojos como yo los suyos.

Quiero pedir perdón. Quiero pedir perdón con todas mis fuerzas. Pero las palabras no escapan de mi boca. Mis brazos, por otro lado... se sienten más que libres para sacar su mano de mi boca. Me digo a mi mismo que no estoy haciendo nada malo. Quiero quedármela, pero no es una faena de tierra. No puedo reclamarla como si fuese un castillo. Ella sabe esto, y me encantaría decir que no le importa. Ella sabe que todo terminó. Se da media vuelta. No la veo llorar... a ella no le gusta que la vean llorar. Ella es frágil, pero nunca a la vista. Le ofrezco un remis. Ella me da las gracias, pero no gracias. Me dice que se las va a arreglar. La veo doblar la esquina, y yo sigo callado.

Y eso es lo que reverbera en mi memoria mientras entro a mi edificio y subo por el ascensor.
Se las va a arreglar. ¿Y yo qué?

3 comentarios:

Cassandra dijo...

Por qué borraste mi comentario?
Capaz que no lo entendiste bien...

Tenías razón. Y no tuviste que decir ni una palabra para hacérmelo saber.

Gracias, Nate
La mejor de las suertes en todo :)

Nate Ridenour. dijo...

Tenés razón... no lo entendí.
Pero gracias por aclararlo igual.

Pido perdón, y digo gracias. Como diría Roland Deschain.


Gracias por todo, Cass

Martín dijo...

Volvé, como siempre.
Y no hagas nada estúpido.

En ese órden...



Saludetes,
Tincho