7 de octubre de 2012

N (o el arte de intentar meter el universo en una letra)

Te amé.

Con cualquier construcción descriptiva de comedia romántica, con todo lo que un chico de 15 años puede tener en la cabeza. Con mi cuerpo, mi mente y mi alma, te amé. Y sé que vos también me amabas. Más allá de cualquier delirio de egocentrismo que pueda tener, sé que eso al menos era real. Que cada beso, cada caricia... era más real que la gravedad; que la tierra, el sol y la luna juntos. Vos decías que yo era inteligente. A mi me gustaba, ese era el problema. Vanidoso y todo, estaba ciego. Quisiera decir "Me cegaste" pero eso fue culpa mía.
¿Te acordás de esa tarde? Siempre me quejo de la poca suerte que tengo en cosas generales, pero ese día... tuve toda la suerte del mundo. Muchas veces me pregunto que fue exactamente lo que me cruzó por la cabeza cuando vi la puerta de tu casa semi abierta. ¿Estabas esperando que viniera? ¿Estabas esperando a alguien más? Nunca voy a saberlo. Ese día te salvé la vida, y sentencié la mía. ¿Sabía lo que hacía? ¿Tenía en cuenta las consecuencias de lo que estaba haciendo? No me refiero a consecuencias en términos de castigo, sino en repercusiones.Y no, nunca voy a tener las repuestas a todas las preguntas que guardo en el corazón.
Después de ese momento, todo salió mal. Y cualquier predicción que yo pudiese haber hecho, que yo pudiese haber anticipado no valió mierda. Y ahí entendí cuan justo era el mundo en realidad. Ahí entendí, en parte al menos, que el mundo solamente tiene sentido cuando lo forzás a tenerlo. La situación, con todas las letras, se me fue de las manos. No pude controlarla, si es que controlarla alguna vez estuvo en mi poder. Días feos, fueron días feos. Y están grabados a fuego en mi memoria. No pasa un día en el que no piense en ese día. Estoy atrapado, como el puto fantasma de Canterville; reviviendo todas las cosas que no puedo cambiar.
Y cuando te fuiste, te fuiste por la puerta de atrás. Avergonzada, imagino. Tal vez no concebías otro final más apropiado que terminar lo que empezaste. La segunda vez que nos vimos, entendí el punto. La verdad que lo entendí al final. A vos te aplastó tu puta realidad. Y no pude hacer nada. Lo que me costó entender eso no tiene nombre. Intenté por mucho tiempo ponerle nombre, y tampoco pude hacer eso. Me sentía inútil, vacío. Todavía lo hago, de a ratos. Lo cual me lleva, inexorablemente, al quid de la cuestión.

Quiero seguir adelante, no te das una idea de cuanto. Por eso escribo esto, creo. Ya no se trata acerca de si lo entiendo, lo acepto... o lo que sea. Tampoco se trata de ignorarlo. El día en que ignore lo que pasó ese día, oficialmente voy a dejar de ser un ser humano. Quiero que me deje de doler, y pienso que tu recuerdo es una pieza clave en ese rompecabezas. Pero tampoco quiero olvidarte. Te preguntaría que hacer, evocando el recuerdo de tu risueña sabiduría, aunque sé que no vas a contestarme.
Te amé, cierto.
Pero tengo que seguir adelante.

Me quedo con lo mejor de vos, si no te molesta...
y nada más.

1 comentario:

Viviana dijo...

Nachito, es hermoso. Estoy segura que ella te lo agradecería. Te quiero mucho, y gracias de vuelta. Me encantó hablar con vos después de tanto tiempo.

Te mando un beso grande y que sigas bien