24 de mayo de 2013

Mi sensación de Convergencia.

"Yo estaba en una colina colindante al campo de batalla incipiente que se había desarrollado ante mí. La vista era dominante, con algún que otro atisbo de omnipresencia que no me desagradaba en absoluto. La batalla era cruenta, y no tenía perspectivas de terminar con rapidez. Ambas fuerzas se trababan en un abrazo mortal y aguerrido.
Poco a poco, y uno a uno, se fueron acercando. Sin que yo lo notara. Podía oír los pasos a mi espalda, pero la batalla era demasiado como para siquiera contemplar el pensamiento de ignorarla. Hasta que sentí la garra que se posó sobre mi hombro.
Cuando le dí la espalda a la batalla, la más sorprendente de las visiones se presentó ante mí. Ahí estaban todos, vivos y muertos, contemplándome con rostros de alegría y júbilo. Los primeros rostros eran de los más conocidos, los que más habían pasado por el plano principal de mi mente en los últimos meses.

Dalubris, en su eterna juventud y ojos rojos cargados de deseo.
Naldir, con la experiencia haciendo nido en cada una de las arrugas de su rostro.
Método, tú y tu pierna todavía tienen lecciones que aprender.
Caémila, con tu sensualidad y tu voluntad... que Násbria se apiade de ti.
Azarla, persigue siempre tus sueños y de no poder conseguirlos, asegúrate de que nada quede en pié. Es más fácil empezar de nuevo con un lienzo en blanco.
Istel, tu mente prodigiosa todavía tiene pasos hacia adelante que dar. Y tal vez, solo tal vez, algunos pasos hacia atrás.

Dalubris dio unos pasos hacia adelante, y me entregó un trozo de tela blanca que supe reconocer al instante. El primero de los símbolos, el más importante quizá, se convirtió en algo tan inevitable como la batalla que me rodeaba. El sol con forma de espada, en esos tonos de naranja y rojo que caracterizaban a Atriel y a lo que Atriel significaba. Pero las palabras que escuché a continuación no provinieron del demonio, sino de la figura con el bastón en la mano.
-Por darnos un significado. Y todo lo que eso implica.
-Por ese hechizo maravilloso que has sabido hilvanar con palabras y hechos.
-Por todos tus sacrificios, pasados y futuros.
-Por darnos un lugar en tu existencia.
Sanborn, Aleriam, el ciervo y el lobo se acercaron desde el fondo... en un aplauso pleno. Ovación a la que todos los demás se unieron simultáneamente. Por mi mejilla cayó una lágrima solitaria. Una respuesta digna, supongo, para el manantial de gratitud que mis personajes desbordaban. Una gratitud que me puso de rodillas. Genuflexo al fin, entendí que este no era realmente un final.
Sino un nuevo comienzo, de una nueva historia.
Todos me ayudaron a levantarme, y como una compañía de mercenarios dispuestos a un último conflicto, caminamos lentamente hacía la batalla que me había tenido por observador pasivo. En un palpito, creo que todos tuvimos un pensamiento simultáneo que no pudimos negar. Era hora de jugar.


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