15 de septiembre de 2013

Ridenour (pateando para adelante)

El panorama desde la ventana de mi estudio era sombrío. Aunque, no había ninguna circunstancia interna, ni anatema sentimental, que provocase esa percepción. Simplemente era de noche. 
La noche escocesa es mágica, como la mayoría de las cosas que me rodean. Las colinas que rodean a mi hogar, y sus bosques, son hogar para una gran variedad de seres. Desde inmortales de los clanes del norte con los que soy asiduo al póker y al whisky de malta, hasta centauros magníficos, prodigios en cuestiones de astronomía. Un esplendoroso unicornio plateado todavía me elude, pero estoy seguro que lo atraparé... eventualmente. Del mismo modo que atrapo a la mayoría de las cosas que me eluden. Soy un hombre paciente, eso debo admitirlo. Y tengo tiempo. Oh, sí, tengo tiempo. No seré inmortal, pero mi familia disfruta de una longevidad casi obscena. Naturalmente, teniendo en cuenta nuestra interacción con la magia... es el resultado natural. 
Mi estudio era vasto. A veces se me antojaba infinito, en los peores momentos. Me encontraba rodeado de conocimiento, más del que podría abarcarse en una existencia sola. Somos longevos, nosotros. Pero no tanto. Soy el último elemento de mi familia, y hablo con una certeza absoluta. Mi madre, muerta. Mi padre, en procesos de estarlo. Y no tengo vista alguna en tener hijos. No puedo cuidarlos. No soy bueno cuidando las cosas. Si mi mayordomo no se preocupara por el jardín trasero, estoy seguro que este también moriría. Toda la magia del mundo, no puede parar el devenir propio de la naturaleza. Mi frustración, haciéndose evidente en lo más oscuro de la noche escocesa. Y mi destino, de la mano de dicha frustración, llegando a mi mente. Debo ganar.

Soy un Ridenour. Ganaré esta batalla.


No hay comentarios: