5 de octubre de 2013

La segunda mitad, y como debería de empezar.

Desperté envuelto en el blanco a pintitas que reconocía como perteneciente al sistema de salud. No me gustó en absoluto.
Los truenos llamaban distantes, en plena exaltación. Algunos relámpagos me permitieron discernir retazos de mi realidad inmediata, desde mi única, e irrepetible, perspectiva. El mundo tiene otros horizontes cuando te encuentras postrado en una cama.
El letargo me inundaba, lleno de una sutileza extrasensorial. La realidad, entrando por mis ojos y cobrando una importancia llena de magnificencia, estaba esperándome. Todas sus maravillas, y sus más depravados horrores, colmándome... Poseyéndome hasta el hartazgo, como si de una puta rastrera se tratase.
Mis miembros se sentían entumecidos. El cosquilleo llegó lentamente; el comienzo del fin de la inactividad que me tenía de rehén.

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