1 de junio de 2011

Identificando un problema...

No se dan una idea de lo que me costó terminar el post anterior.

Una eternidad... casi como 2 semanas lo tuve en Borradores (eterno almacén de ideas raras que todavía no tienen razón de ser)


Me asaltaron ciertos temores, truculentas inseguridades, por mi obvia incapacidad a la hora de completar una trama.
Me preocupé, ciertamente, porque mi primer pensamiento se dirigió hacia el oscuro poblado de:

"¿Estaré perdiendo el toque?" 

Pensamiento que, con toda franqueza, se me ha cruzado bastante por la cabeza estos últimos días. Particularmente porque he denotado varios horrores (valga la aclaración... estaba a punto de poner "errores", pero cuando revisé la naturaleza de dichos problemas, concluí que "horrores" era una expresión más adecuada) tanto de sintaxis, como de correlatividad, de continuidad, errores semánticos. En fin, un desfile infinito de errores (léase "horrores") que yo había dejado atrás hace bastante tiempo. En lo estrictamente matemático, trabajo en la novela hace 6 años, y esta clase de acontecimientos habían desertado de mi método a la hora de escribir hace 4 años.

Lo cual me supuso una regresión... importante.

Regresión que, gracias a las observaciones acertadas de un amigo cercano, tanto a mi como a la novela, me pusieron a reflexionar acerca de las circunstancias que me rodeaban hace 6 años, y las que me rodean ahora. Si bien su comentario rasqueteaba levemente un cambio en la estructura de una construcción descriptiva (las personas que me conocen... SABEN que DETESTO DESCRIBIR, asunto que planeo ampliar) la cual estaba llevada con un cariño realmente inusual.
REALMENTE inusual. Lo cual hizo surgir la pregunta:

"¿Cambió algo radicalmente en tu vida?"

Y la respuesta es demasiado difusa.
Si, y no. Si, seguro, soy más viejo. No, ni en pedo... sigo siendo el mismo boludo que era antes.
Lo que sí sé, casi tanto como que me llamo Ignacio José Ramírez, es que me he vuelto terriblemente perfeccionista. Llevado un poco de la mano por ese frenesí psicótico que nos llena cuando hacemos algo que nos encanta hacer. Llegué a esta conclusión un poquito de la mano de una amiga y otro poquito por mi propia cuenta. Una sensación de autosuficiencia me llenó por un ratito, pero después me di cuenta que era un tema que tenía que resolver todavía. Evoqué a todos los autores que me han servido de inspiración (es una lista larga, la verdad... cada uno es mejor que el anterior, y el primero ya es grosísimo) y al interponer una lectura... extensiva entre ellos y yo, denoté algunos de mis mismos "horrores", impresos en el trabajo de ellos.

Y ahí fue donde el momento exacto en el que la idea finalmente me golpeó la cabeza.

Tal vez, estuviese yéndome un poco de mambo. Al ver los mismos errores que cometo yo en el trabajo de otros, los tomo de otra manera. Empiezo a verlos como "recursos de estilo" los cuales son siempre justificables. Y no debería preocuparme en absoluto. Este es un trabajo eternamente perfeccionable, y que tu manera de hacer las cosas sufra ciertas mutaciones no es todo el tiempo aberrante, sino más bien razonable.

No es raro que los seres humanos le tengamos miedo al cambio...

Pero es más simple que eso, en realidad. No es el cambio lo que nos asusta, sino lo que el cambio hace dentro nuestro. Las líneas que se empiezan a volver más difusas lo son todo ahora. Terminar de borrarlas es fundamental para que las trabas que se me puedan a presentar... también se vayan borrando.

Saludos,
Nate

PD:
EN EL PRÓXIMO EPISODIO DE "RUPTURA"
¿POR QUÉ NATE RIVER DETESTA DESCRIBIR?
Solo acá, por ESPN... digooo el blog =P

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