30 de noviembre de 2012

Break #4 ~ Chau Verdad !

*De un tirón, dale*


Método no se sorprendió ante lo brusco en la retirada de Cáemila. Había tocado una vena sensible, un nervio expuesto... la había decepcionado. Aunque no le importaba en lo absoluto. La mujer era solo otra pieza. Para Istel, para Valestra... para Násbria. Todos eran piezas, y al hombre le gustaba creer que era una pieza que podía ver la mano que la movía. Incluso, en sus más salvajes anhelos... se creía un jugador.
Volvió a meter las manos en los bolsillos buscando, no sus cigarrillos, sino algo más significativo. Un pequeño artefacto salió junto con su mano derecha. Un homenaje, podría decirse... a una postura y a un actitud, características en el muerto más importante de la Ciudadela. Un diseño digno de Prodigio, con toda certeza. Lo dejó al pie del portal, y luego se levantó... para tomar una distancia prudencial. Había calibrado el explosivo con precisión, pero los imrpevistos existían para ocurrir cuando se jugaba con armas de destrucción masiva.
-Para ser alguien rodeado completamente por mentiras, nunca pude terminar de acostumbrarme a esta.
El chasquido de los dedos fue imperceptible, tal y como la explosión que desencadenó el artefacto. La burbuja arcana se expandió, absorbiendo el sonido. La luz casi enceguece al hombre, pero ya estaba acostumbrado al brillo. Incluso para se alguien tan habituado a la oscuridad, sus ojos veían con toda perfección en ambos ambientes. El brillo, que habia definido tanto su vida como su muerte, había escapado de sus guantes. Ya nada en él brillaba. Excepto, tal vez, el reflejo del fulgor de las llamas en las que el mausoleo había quedado envuelto atrapado en sus ojos oscuros y ancianos. Una leve sonrisa escapó por la comisura de sus labios. El fuego siempre había revelado su lado oscuro. Una pasión secreta y morbosa por la destrucción. La misma pasión que había impulsado su trabajo durante los primeros días de su vida pública. La misma pasión que lo había llevado a esa tumba prematura que tanto lo había aterrado durante los últimos días de su vida.
Para él, la espera había terminado.
La máscara y la peluca se desprendieron con facilidad, y se unieron al coro de las llamas con una disposición irrevocable. Su momento había llegado definitivamente. Con la muerte del falso homenaje que la CIudadela había montado para él, su verdadero hogar cobraba vida nuevamente. El edifcio pareció erguirse, y casi pudo sentir el ruido de la maquinaria del sótanto. Por supuesto, dicho sonido sólo era perceptibe para sus oídos. Se habían sensibilizado con el tiempo, acostumbrados al silencio en que había pasado sus días. Pero ahora, como si fuese un animal mitológico, renacía de sus cenizas. Dispuesto finalmente a darle a este mundo una probada de su propia medicina.
Las puertas de su hogar se abrieron solas, a la espera del retorno definitivo de su creador. De la única persona que podría hacer del edificio su hogar. Del único que entendía cada mancha de sangre... cada patrón de extraño escrito en las paredes. De cada palabra en rúnico, élfico, humano y orco que poblaban los muros. Del único que entendía y apreciaba la biblioteca, y la complejidad de cada de unos de los volúmenes que la poblaban. Del hombre que conocía la historia de cada uno de los ladrillos del edificio, porque él los había puesto ahí.
El hombre sonrió nuevamente, ya dandole la espalda al mausoleo incendiado y encarando a su hogar nuevamente, sabiendo que todas las piezas finalmente estaban en su lugar.
-Hola, hermosa. Volví a jugar


Nada es definitivo.
Todo es condicional.
Gracias, Prodigio.


Chau, Verdad.
Hola, Convergencia
... volví a jugar.

2 comentarios:

Roberto Morgan dijo...

it's time to play..

Suerte con eso :)

M dijo...

Lo terminaste así, al final. Que suerte... todos los demás finales que me habías mostrado eran una cagada AJAJAJAJA

Te quiero natecito :)

marie