29 de agosto de 2013

Pedido (b)

Una mixtura de alivio y frustración me embargó al despertar. Una mixtura muy particular. Y al mismo tiempo, muy humana. Sentí una repulsión casi instantánea ante la bilis que ese último pensamiento despertaba. Me vi obligado a doblegarme sobre mi estómago para evitar el vómito y contener las náuseas.
Mi habitación estaba envuelta en penumbras; su dominio, cuasi coartado por esos tenues rayos de lunas que evocaban un recuerdo menguante. Estupefacto, me encontré envuelto en blanco. El color del sistema de salud argentino, y el de Mobydick. Estaba empezando a detestarlo.
Me estiré por completo, relegando las náuseas al universo de mi pasado intermitente. Alcancé a ver mi ficha médica colgando del frente de mi cama. Los datos comenzaron a inundar mi mente, siguiendo de cerca al ariete de "coma"
Las preguntas me asaltaron. Me aplastaron de vuelta contra la cama, saboteando mis intentos de erguirme. La más fundamental, un monstruo de oscuridad que me miraba fijo con ojos de fuego. Estos me escaldaban, pelando mi piel, quemándome las pupilas si me atrevía a mantener la mirada sobre ellos. Un dolor, no físico sino mental... Y me atrevería a decir espiritual, me colmó de punta a punta. Las náuseas volvieron, de la mano del monstruo. Me vi obligado a vocear la interrogante, a liberarla de las profundidades de mi garganta.

- ¿Quién carajo es Ignacio Ramírez?

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