7 de septiembre de 2013

Empezar de cero...

Siempre nos toca a todos ese momento.

En el que todo ya se fue al carajo, y no tenemos realmente ganas de seguir. Ahí, el camino se bifurca. O te pegas un tiro, y te olvidas de cualquier oportunidad de redención. O buscas la alternativa, esa vuelta de tuerca tan codiciada a la que no todos llegamos. Y si llegamos, nos cuesta una barbaridad seguir ese nuevo camino que creamos para nosotros (todo esto tiene un aire a "Los Nueve Príncipes de Ámbar" de Roger Zelazny, si no lo leíste... corre a buscarlo)

Sé que a mí me pasó, y ambas opciones... particularmente la primera, se vieron muy reales en mi cabeza. Puede sonar estúpido, pero me pasó con la novela. Cuando yo bromeo acerca del "nene de quince años que se creía el heredero de Tolkien", jodo con un tema muy sensible. Y tuve que empezar de vuelta con la novela, tirar tres años de trabajo a la basura... y empezar de cero.

Porque a veces, empezar de cero significa terminar con todas las mentiras, y la basura... y jugártela por completo con algo que no sabes si va a funcionar o no, pero que te va a dejar con una sensación de madurez tremenda. Con la que muchos, a veces, no saben vivir.

***


La primera vez, fue a los quince, como dejé claro en el texto. Y sentí la imperiosa necesidad de colgarlo ahora, porque ante las eventualidades que la realidad decide imponer de manera aleatoria sobre nosotros, me chorearon el bolso hoy. Sí, ESE bolso. El que tenía todos los cuadernos, la netbook y el pendrive.
Así que, hoy, derrotado completamente... Empiezo "Redención" de nuevo.

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