Lo categórico de la intelectualidad y lo sólido del mundo físico. Mundo físico que no tarda en trascender al significado del signo. La elipsis y la transposición. La contradicción y lo etéreo. La consecuencia de un pensamiento que los versos llevan hacia adelante con pujanza, e incluso claridad. Claridad que se pierde en el fluctuar de los conceptos totalitarios que marcan su propio territorio, recelosos de sus vecinos.
Dios parece mostrar la manga y, con ella, sus ases ocultos con delirios de fortuna. La suerte es el consuelo de los mediocres. Regla y máxima que atraviesa el espacio tiempo, otrora ejes de la existencia. Poder y dinero. YouTube y una idea. Vos y yo. Que nos grabamos cojiendo. Que nos trazamos en este conflicto pretencioso. Nadie invade Rusia sin saber las consecuencias. Todos invaden Rusia sabiendo las consecuencias. Uno quiere perder, aun aspirando a ganar. Claridad de conceptos, barco insignia. Las reglas fijas, el vox populi y la ley de los demás. Algo que miro de lejos, por preferir lo antiséptico... sabiendo que ese concepto es solo un delirio. Todos nos ensuciamos las manos, peleando fuerte por el sentido. Pese al nuestros miedos, a nuestras reservas... seguimos empujando. Para esto, el tiempo no es un concepto fijo.
Intercambiamos golpes, pullas vacías e inocuas que revelan trazos nuestros que nos definen. Que nos enferman y nos duelen. Pero que nunca se niegan. El sentimiento se abraza, se procesa y se exhibe. Se adorna, y se lo lanza a la trascendencia... hacia la audiencia. La audiencia, receptáculo voraz, aplaude. La maestría se alza por sobre el cariño al poeta. Es imposible de cuantificar. El intento puede darse, pero está condenado a la futilidad. Que remite a la inmensidad de todo lo que nos rodea. Y de la huella que se deja, indefectiblemente, en la búsqueda de lo que importa.
Se cargan heridas en el viaje. Nadie es invulnerable. Temeraria simetría, sobre la piel está el dibujo. Humo y espejos. Somos a través de los otros. Y lo que traducimos de los otros.
Porque el tiempo, reitero, no es un concepto fijo. Lo fijo son los hombros de los gigantes a los cuales aspiramos. Con alzarse sobre sus hombros basta y sobra. Con el reconocimiento a los gigantes que nos rodean, magro homenaje, basta y sobra. Con ese reconocimiento, llega la iluminación del sol.
Y llega el dolor, con el intento de acordonar la oscuridad del alma.
Enseñanza en su estado más puro me rodea. Potencial desplegado a lo largo de los ejes, en detrimento de lo que nos rodea. Siempre hay cadáveres pavimentando el camino. Y los primeros cadáveres, los deja a su paso lo normativo. El rol que se cumple imperceptiblemente. Pero, también está lo que buscamos, sabiéndonos quemados. La mano se extiende hacia las brasas. Perder lo prescindible. La eterna búsqueda. El Grial. Nuestra es la cruzada. Una cruzada de convulsiones. Lo que importa es viajar. Y la perspectiva del sprint siempre tienta. Segundo a segundo, el viaje continua.
¿Cómo sería nuestro compendio? ¿Nos limitaríamos a los estantes? ¿O todo es freestyling? ¿Dejaríamos que nuestro catálogo fuese impuesto por extranjeros? ¿Dejaríamos a los de nuestro palo, incluso?
Equilibrio. ¿Es un delirio? ¿Delimitamos un punto de partida? ¿O es éste tácito, implícito incluso? El bagaje es evidente. Y la reminiscencia, sublime. Las asociaciones son infinitas, tal y como el dolor reflejado. Hay una promesa de redención. Caso contrario, no hay razón para seguir viajando.
No es necesario tener los pies en la Tierra para este viaje. Sólo compañeros. Los hilos invisibles quedan obvios. E inexorables. La crisálida muestra el resquebrajo. El latir, el sentir, viene en camino. Primero, vadeamos el guiso pesado de la muerte, que nos ha dado un lugar en el mundo.
Que se ha vuelto cotidiano.
1 comentario:
Hola!! como estas?
Muy bueno tu escrito, yo también soy escritor.
Aquí me quedo, te sigo!
Me gustaría que te pases por mi blog literario para ver qué te parece y si te gusta, sígueme :).
saludos nos leemos!!
Publicar un comentario